lunes, 12 de mayo de 2014

CUANDO TENEMOS QUE DECIR "NO" A UN NIÑ@.

La educación de nuestros hijos tiene como objetivo principal desarrollar personas maduras, responsables y autónomas.Para conseguirlo, la buena comunicación, el afecto y el cariño son fundamentales para obtener el resultado que buscamos. Pero también es fundamental establecer ciertos límites claros y coherentes.



La educación de nuestros hijos es, hoy en día, un problema para muchas familias ya que, en algunas ocasiones, los padres nos vemos desbordados por la conducta de nuestros pequeños. Todos conocemos a padres que les dan a sus hijos todo aquello que piden, les permiten comer sólo lo que les apetece o elegir su hora de ir a la cama, complaciendo así, todos sus caprichos. Piensan que de esta manera se convierten en mejores padres, y se equivocan, eso no es así. Algunos padres se sienten culpables por no pasar más tiempo con sus hijos. Pero más vale poco y bueno que  mucho y malo.Los pequeños, tienen que saber quien manda, para sentirse seguros.Un niño de un año y medio, no debe de elegir que quiere comer, ni los padres se lo tienen que preguntar, ya que eso le crea ansiedad al niño, no están preparados para tomar ciertas decisiones.
La educación de nuestros hijos tiene como objetivo principal desarrollar personas maduras, responsables y autónomas. Para conseguir esto,la buena comunicación, el afecto y el cariño son fundamentales para obtener el resultado que buscamos. Pero también es fundamental establecer ciertos límites claros y coherentes ya que son imprescindibles para conseguir nuestro objetivo anteriormente planteado.
Decir un “no” a tiempo es adecuado y fundamental, ya que de este modo les enseñamos desde muy pequeños a interiorizar las normas. Enseñaremos a los niños a interiorizar unas normas y conseguiremos transmitir una disciplina que harán suya desde pequeños hasta que, progresivamente, se responsabilicen de su comportamiento.

¿Por qué es necesario decir “NO”?

Desde que son bebés, los niños empiezan a aprender de cada situación que viven. Aprenden de lo que ven, de lo que escuchan, de lo que tocan, de todo lo que les sucede. Si los padres establecemos un horario para la comida, el sueño, el baño y las actividades diarias, los pequeños aprenderán y adquirirán ese ritmo, y tendrán sus necesidades en esas horas. No se quejarán a la hora del baño porque ya sabrán que eso es lo ‘normal’ y se convertirán en sus rutinas.
A medida que nuestros hijos van creciendo irán adquiriendo nuevos hábitos, como cepillarse los dientes o lavarse las manos antes de las comidas, y no les costará porque ya estarán interiorizados y serán prácticamente automáticos. Estos hábitos son el comienzo de sus capacidades de autonomía y, de esta manera, ya les estamos incluyendo en la vida social del grupo.
Como nosotros somos el puente entre nuestros hijos y la sociedad, somos los encargados de lograr que alcancen rutinas positivas para ellos y para su entorno. Los niños irrespetuosos con las normas de convivencia, que son egoístas, que pegan, que no comparten sus juguetes, no son queridos por sus iguales, y eso les ocasiona tristeza y frustración.
Por todo ello, debemos educarlos con autoridad positiva desde su nacimiento y enseñarlos a aceptar las normas y a convivir, para que se conviertan en adultos sanos y felices.

¿Cómo puedo decirle “NO”?

  • Debemos ser rígidos con ciertas normas sociales, como hacer daño a alguien, no respetar a los compañeros, y con las normas propias de nuestra casa: acostarse a la hora establecida, qué ver en la televisión, entre otras.
  • La disciplina se transmite con nuestra mirada y con nuestro tono de voz: hay que hablarles de frente, con seguridad y de una forma tranquila y firme.
  • Cuando se producen rabietas hay que presentar una posición impasible, así, ellos mismos se darán cuenta de que ese no es el camino para conseguir las cosas, nosotros les prestaremos atención cuando se calmen.
  • Debemos corregirles en cualquier lugar, no limitarnos sólo a casa, ya que tanto en la calle como en otros lugares también somos sus padres.
  • No dejarnos coaccionar por expresiones como “mala madre”, “mal padre”, no prestaremos atención ante estos términos para que entienda que esa no es la forma de conseguir nuestra atención.
  • Procuremos no darles muchas instrucciones a la vez: a veces, los niños no obedecen porque no saben por dónde empezar. Es mejor darles una tarea y, cuando la acaben, ordenarles la siguiente.
Espero que os sirva de ayuda. Hablo de este tema desde mi experiencia como educadora infantil y madre.

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